¿Qué es esto?


La vida es un cambio constante, solo queda adaptarte.



viernes, 3 de febrero de 2012

¿Por qué tanto berrinche?


Foto: Rocío Orosco La Vera

Me pregunto cuántos de los que llaman “pobre imbécil” o “hijo de puta” a Iván Thays, lo han leído alguna vez en su vida o vieron su programa “Vano Oficio” en TNP. Me pregunto también si estas personas vieron alguna vez en su vida TNP. Apuesto también a que es la primera vez que visitan su blog, o peor aun, que recién escuchan su nombre.


Hay quienes han dicho que él mismo ha armado todo este circo para ganar fama; me pregunto: Y si él fuera un desconocido, ¿Habría alguien tenido la amabilidad de leer su blog? No. De ser un anónimo, su escrito habría quedado en un mero comentario creado por un NN y pronto enterrado en el olvido.

Después de leer detenidamente el blog de Thays, no considero que sus declaraciones sean desafortunadas, ni mucho menos ofensivas, pero considerando que estamos en un país donde el nacionalismo intransigente reina por donde se mire, cualquier declaración de este tipo puede ser calificada como ofensa nacional.

En Perú, si eres peruano, debes ser amante de la papa a la huancaína y del frejol con seco de cabrito, sino, no eres peruano. Al menos esto es lo que han dejado ver todos los comentarios que han llovido en respuesta a una crítica estrictamente personal y salida de una pataleta (Iván Thays dixit). El sentimiento patrio, el arraigo y el amor al suelo, sencillamente no cuentan, lo que cuenta es cuántos ceviches te embustiste o a cuántas ferias "Mistura" asististe. Viéndolo desde esa perspectiva, yo soy una anti patriota, dado que no he asistido a ninguna edición de esa feria, ni pienso hacerlo y no precisamente porque la comida me resulte fea, todo lo contrario, me encanta. Son otros mis motivos.

En este país entonces, nadie puede revelar cuáles son sus aficiones gastronómicas, nadie puede decir la verdad, nadie puede tener una opinión diferente. Que levante la mano a quien no le haya caído mal un plato de anticuchos o quien no se haya empalagado después de comer tres bocados de un suspiro a la limeña. Mis manos apuntan hacia el suelo.

La mayor parte de la comida peruana es indigesta y la Inca kola sabe a chicle y no porque el documental de Promperú lo diga, lo dicen todos los turistas a quienes he tenido la gentileza de invitarles un vaso de esta gaseosa. El hecho de pensar esto, no me hace menos peruana o querer menos a mi país.

La comida peruana a mi gusto es exquisita, si a Iván Thays no le parece así, esa es su opinión y merece respeto.
Sí, un adobo es indigesto, pero un mate de coca, ayuda a "bajar" las grasas.
Foto: Rocío Orosco La Vera

Por otro lado, es meritorio el trabajo que los verdaderos chefs (verdaderos porque cabe decir que ahora ser chef está de moda y que todos quieren un poco de protagonismo) realizan al rescatar los insumos nativos y los deliciosos platos que nuestra culinaria ostenta. Es verdad que la gastronomía une, hermana y acerca a los peruanos, pero también es verdad que se ha convertido en un huachafo cliché limeño.

En otro lado de su crítica, Thays alude a dos puntos que llamaron mi atención y que comparto en su totalidad.

El primero, es el afán de Promperú por colocar en su "comercial" a cantantes populares y cocineros, pero creo mas bien que le faltó agregar a su lista a todo aquel que se presuma de ser un peruano representativo, llámese a quienes están de moda y quienes tienen un poco más de pantalla. Nunca estuve de acuerdo ni me sentí identificada con ese spot, porque no refleja lo que es realmente el Perú, ni quienes aparecen en él, representan a la mayoría de los peruanos. El Perú no solamente tiene derecho a surfear, a “comer rico” y a jugar la tómbola del cuy, el Perú tiene derecho a la educación, a la igualdad, a la justicia, a la paz, a la tolerancia, a disfrutar de sus bienes sin que hayan tantas personas en extrema pobreza, a un mandatario con mano dura y cabeza fría, a no ser presa del “figuretismo” de algunos que se aprovechan de la coyuntura para llenarse los bolsillos de plata y sobre todo al respeto, por mis derechos y los tuyos. Pero parece que en este país, luchar porque un plato de comida sea el más famoso del mundo o ser el chef más reconocido, es más importante.

El  segundo punto que llamó mi atención fue el comentario que hizo respecto a Woody Allen, el cual me remontó a mis épocas de niñez cuando vi una entrevista que le hicieron al grupo “Menudo” y donde el conductor le pregunta a uno de sus integrantes si había visto la película “El Especialista”. El cantante sorprendido le responde que sí, lo que generó la repregunta ¿sabías que el director es peruano?, a lo cual contestó que no. Me pregunto si cuando un artista de Hollywood va a Argentina, le preguntan si conoce a Ricardo Darín.
A mis cortos once años esta escena me causó indignación, no porque el cantante no supiera que esa película fue dirigida por Luis Llosa, sino porque no comprendía el afán de notoriedad y necesidad de reconocimiento del entrevistador hacia algo que él consideraba suyo. Este mismo complejo lo he seguido viendo a través de los años cuando pasaron por la televisión un reportaje (corto) acerca de las veces que el Perú había sido nombrado en programas o películas de Hollywood. Es decir, a mi entender, necesitamos que el mundo nos reconozca para saber que somos valiosos y ese afán retorcido de reconocimiento es el que lleva a insultar a personas que hacen una crítica muy personal, como es el caso de Iván Thays.
Pareciera entonces que aun tenemos el complejo de inferioridad que nos dejó la colonia y que queremos a capa y espada sobresalir y dejar el yugo atrás. Está bien que estemos en vitrina, pero esa no es la forma.

Al final de todo este enredo, queda la verdad del asunto, que no es precisamente si Ivan Thays nunca comió rico porque su abuelita no cocinaba (¡háganme el favor!), sino la intolerancia, el poder de los medios de comunicación de hacer puré a alguien si así se lo proponen y la poco educación de los cibernautas al hacer comentarios ofensivos, hirientes e insultantes escudados detrás de un cobarde seudónimo.
Entonces, si dicen que Iván Thays es un don nadie, un huevón mal nacido, hijo de puta (pero en realidad debería ser hijo de abuelita porque ella tiene la culpa de todo esto), ¿Por qué se afanan en leerlo? ¿Por qué hacen caso a sus “huevadas? ¿Por qué tanto berrinche?.